noviembre 23, 2009

Esta historia transcurre entre la económicamente próspera Dalterra, con su bella y burocrática capital Darterrae: tierra de paseos, oficinas, cafés y tiendas de libros; y la más pobre Aubaye, con su caótica y dinámica capital Deyana y sus pueblos de piedra de la escarpada costa de Aguaviva.

Lucio es un ejecutivo del Banco de Desarrollo para Aubaye (B.I.D.A.), quien desde la sede central en Dalterra, intenta entre proyecto y proyecto, que su principal vicio no se convierta en su única ocupación, de modo que bebe para ser un borracho constante y no pasarse la vida queriendo dejar de beber como un inconstante alcohólico cualquiera. Como borracho no tiene una gran vida, las veces que intentó reformarse ni eso.

Miguel es un buscador de tesoros que tras años infructuosos mereciendo encontrar el tesoro que buscaba encuentra uno que no merece; entre el fracaso y el éxito inmerecidos, veremos para cual de las dos situaciones estaba peor preparado.

De éxitos sabe mucho el gran Jorge Menal, presentador estrella de la televisión de Dalterra, quien ha comenzado a sospechar que tener demasiadas cosas es el camino a no tener ninguna de verdadera importancia. Ha decidido tomar medidas al respecto, así que este será un año de cambios para él…

Waldo Clark también tiene muchas, pero como casi ninguna es material, le pesan como si no las tuviera, como sabrá todo aquel que haya seguido la trayectoria del líder de Mundo Libre, la organización humanitaria más admirada del continente.

Tampoco son materiales las posesiones de Bruna, una cooperante que dejó en Darterrae una brillante carrera como abogada y que, desde el desarraigo y el agotamiento se pregunta si se puede salvar el mundo sin hundirse primero con él y, de esta forma, hacer que la salvación general también sea la propia. ¿Hay peor adicción que unos ideales que nos consideramos incapaces de seguir pero en los que no podemos dejar de creer? Veremos si, como responsable de un proyecto de alfabetización informática entre los niños de Biniveri, Bruna ha encontrado su lugar.

Un lugar…¿pero hay algún lugar que no sean las personas? En el caso de Bruna tal vez lo sea Roberto, el bibliotecario del pueblo, que salió de Deyana en busca de viajes y aventuras y que parecía conforme con no tener ninguna de las dos cosas hasta conocer a Bruna. ¿Qué extraña fuerza nos empuja a querer irnos justo cuando tenemos todas las razones para quedarnos? Razones para quedarnos e irnos, se pregunta Comet, amigo de Roberto y niño de inteligencia precoz cuya madre, Rosalía, emigró a Dalterra desde Biniveri en busca de una vida mejor para su familia. Veremos que encuentra y que significa que su tabla de salvación sea, ni más ni menos, un Lucio que tal vez sepa algo de salvaciones pues lleva veinte años obligándose a salvarse cada día, o precisamente por eso mismo, por obligarse a salvarse y por tanto no salvarse ninguna vez de manera definitiva, no sepa nada.

Éstos son algunos de los personajes que entrarán en contacto con un tal Krgf, o así le llaman algunos, definido en algunos pasajes de la novela como agricultor social; un buscador y cuidador de debilidades ajenas capaz de aplicar la paciencia del campesino en la fértil y a la vez débil tierra humana; un habitante de la noche que duerme y trabaja en cientos de pequeñas oficinas distribuidas por los polígonos de la Dalterra suburbana. Krgf ha logrado la más insignificante o importante de las formulas sociales: la que convierte la debilidad en odio y el odio en dinero como medio hacia el poder. O poder como medio hacia el dinero. Ya adelantamos que, al contrario que en otras novelas de escritores menores, en ésta respetamos a nuestros villanos, de modo que, aunque no siempre tendrá nombre, siempre tendrá el respetuoso temor y temeroso respeto de su autor. Ya veremos si el de los personajes…